8 de febrero de 2019

Un día de Animador Turístico en temporada alta

¿Te has preguntado alguna vez cómo es verdaderamente el día a día de un animador turístico en plena temporada alta?

Pues hoy contamos con la experiencia, las tablas y las letras de nuestro compañero y coordinador Héctor que nos lo cuenta con pelos y señales.
"Los días de trabajo en un hotel en temporada alta, son sin duda los mejores, si ésta es alta como una montaña, todavía mejor, aunque sueno loco será más divertido de escalar.


Igual que Mick Jagger prefiere actuar para un estadio lleno o LeBron James jugar para un pabellón abarrotado, los que amamos esta profesión queremos hacer disfrutar a cuanta más gente mejor. El camino para conseguirlo será más cansado, si, pero como para las estrellas del rock o del deporte, entretener a más personas siempre será más divertido y satisfactorio.

El día comienza pronto, ya despiertas pensando aunque no quieras, que al entrar por la puerta del hotel mucha gente estará esperándote y aunque de forma inconsciente, exigiéndote que les diviertas. Aquí es cuando te dices a ti mismo “el reto que se presenta hoy es maravilloso”, en esta situación, el material del que dispongas, las instalaciones, el planning de actividades y demás recursos físicos quedan en segundo plano. La diferencia entre que la gente esté entretenida y que además de ello disfruten, reside en la aportación personal de cada animador/a.

Como cada día lo primero es la reunión con en el equipo. El responsable establecerá los roles de cada uno de los animadores, los dividirá por grupos de edades de las actividades diurnas, y establecerá la organización de ensayos, pequedisco, turnos de cena y el show de la noche. El responsable en temporada alta debe mostrarse más líder que nunca, siendo el primero en tirar del carro y demostrar a su equipo la importancia de cada uno de ellos para que empujando todos, el citado carro eche a andar.

Empiezan las actividades, ahora todo lo que estás acostumbrado a hacer en otros períodos hay que adaptarlo para un mayor volumen de gente, ya que dispones del mismo tiempo. Hazte visible, alza la voz, canta, enloquece, cualquier cosa es válida para no pasar desapercibido, saca lo mejor de ti para ello, que en esta época tienes la suerte de tener muchos ojos mirándote.


Adaptas las rondas, encontrando otras formas de atraer participantes y reformulas la manera de amenizar la actividad. Ahora más que nunca, el juego establecido es un apoyo que tiene el animador para hacer divertir a la gente, y no al revés. Y así lo debe de sentir el trabajador, el principal motivo del disfrute de la gente debemos ser nosotros. Los dardos, el tiro con arco o el waterpolo entre más actividades sólo son ayudas para llevar a cabo nuestra misión.

Las actividades han terminado, solo queda despedirnos de la piscina o el salón. En verano solemos hacerlo con lo que en Somnis llamamos “Danza del Sol”, una buena forma de despedir la mañana es bailando entre tres y cuatro canciones de actualidad junto con los clientes.





Es una buena forma de centrar la atención de la clientela, y aquí debes aportar un toque divertido y personal a la coreografía, con el objetivo de hacer disfrutar a los que bailan pero también a los que solo se conforman con mirar, que recordemos son igual de importantes, ya que es otra forma distinta de disfrutar de la animación. Decía que es una buena forma de centrar la atención de los clientes, por ello tenemos una gran oportunidad de despedir la mañana, de coger el micrófono agradecer la compañía y sobretodo anunciar las actividades y los horarios del resto del día.



Una vez despedida la mañana conviene pasear entre los clientes mientras volvemos al despacho, para simplemente sonreír, desearles que tengan una buena comida, o escuchar a alguien que quiera contarnos algo. En la oficina ya solo queda apuntar la participación por actividad de cada grupo de edad, comentar entre el equipo brevemente el balance de la mañana y acordar algún ensayo antes de las actividades de la tarde si el responsable lo considerase necesario.

Ahora tiempo para comer. Nos vamos a encontrar con un restaurante abarrotado, donde los clientes nos hablarán, nos harán comentarios de nuestro trabajo e incluso de noches anteriores en las que hayamos participado, nuestra labor aquí es mostrar nuestra mejor sonrisa, escucharlos y ejercer un poco de relaciones públicas, sin olvidarnos también de disfrutar de la comida y el tiempo de descanso, ambas cosas son compatibles. Después de esto y con el estómago lleno a descansar hasta la tarde.

Empiezan las actividades de la tarde y el modus operandi es exactamente el mismo que en la mañana, con la excepción de que esta vez no despedimos bailando. Con un divertido y efectivo anuncio de lo que va a acontecer por la noche sería suficiente.

En el intervalo existente entre las actividades de la tarde y la noche tenemos tiempo para descansar, pero no nos olvidemos, estamos en temporada alta, y sería conveniente hacer un pase general del show de la noche que tengamos ese día, o un ensayo completo de otro espectáculo en el que el estreno esté cerca. Todo ello lo debe valorar el responsable del equipo.

Antes de la noche o al terminar la tarde, en verano sobretodo, tenemos la Pequedisco. Los payasos salen de su guarida para bailar, cantar, jugar y reír con todos los niños y niñas. Esta actividad es clave, la considero de vital importancia porque añade un valor diferente a lo que se hace el resto del día, porque convoca en el mismo espacio a padres, madres hijos e hijas, y porque con la motivación que nos aporta la alta ocupación, le podemos dar mucha calidad a nuestro trabajo. Normalmente no la realiza todo el equipo, se establecen turnos de Pequedisco que previamente ha elaborado y transmitido el responsable.




Ya solo queda terminar el día con la noche. Tenemos ante nosotros un show que llevar a cabo y más espectadores que nunca, lejos de intimidarnos, la mayor asistencia nos debe llevar en brazo a que nuestro espectáculo sea redondo. Hace un tiempo me decía un buen amigo: “los nervios no los dejes en el backstage, guárdalos en el bolsillo para cuando solo tu desees sacarlos”.

Cuando lo hemos dado absolutamente todo y el espectáculo de la noche nos ha servido como broche de oro a todo el día, ten por seguro que la gente aplaudirá en pie el show, nuestra despedida, los niños pedirán fotos, los mayores se acercarán a estrecharte la mano, un gesto que casi siempre precede a la “enhorabuena por el trabajo”.

Es en este momento cuando te das cuenta de lo bonito que es tu trabajo y de que el sacrificio diario que supone la temporada alta se ve relegado al fondo de tus prioridades, porque no existe el motivo que empañe un aplauso, una enhorabuena o una mínima muestra de cariño recibida por llevar a cabo tu profesión. Y es aquí cuando te sientes literalmente como una estrella del rock o del deporte."


Gracias Héctor Morell

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